El nivel de deforestación de la selva amazónica creció de manera alarmante en 2004 y se convirtió en uno de los peores que se hayan registrado, según cifras difundidas por el gobierno brasileño. Los nuevos datos sorprendieron a los ambientalistas locales, un año después de que el gobierno brasileño anunciara un paquete de medidas por 140 millones de dólares para reducir la destrucción.Fotografías satelitales muestran que los hacendados, los agricultores de soja y madereros quemaron o cortaron grandes extensiones de árboles, alcanzando un récord de 26.130 kilómetros cuadrados de bosques tropicales en 12 meses hasta el mes de agosto del 2004, dijo el ministerio del Ambiente de Brasil. La destrucción fue casi un 6% mayor que en el mismo período un año antes, cuando fueron destruidos 24.600 kilómetros cuadrados. “Se trata de una tragedia, una demostración de que se necesita hacer más por parte del gobierno”, dijo Paulo Adario, jefe del programa de Greenpeace para el Amazona. “Claramente, evitar la deforestación del Aamazonas no constituye una prioridad del gobierno por ahora” , agregó. “Es claro que el gobierno ha fracasado en implementar un plan de acción para proteger la selva amazónica”, sostuvo Adario. “El hecho de que el promedio de destrucción en los últimos tres años haya sido de más de 23.000 km2 es simplemente inaceptable. Es una vergüenza nacional”.
Adario dijo que aún más grave es que el 70% de la devastación hubiese ocurrido entre mayo y julio de 2004, durante el período de quema de bosques, cuando el gobierno del Lula da Silva se jactaba de haber implantado un plan para frenar la deforestación. Según Adario, los agronegocios son los principales responsables, y la mayor deforestación se produjo en el estado de Mato Grosso. El estado, vecino a Bolivia y Paraguay, está gobernado por Blairo Maggi, uno de los más grandes plantadores de soja. “Le toca al gobierno decidir entre combatir la deforestación o promover la expansión del agronegocio para pagar la deuda externa brasileña”, dijo. Brasil se ha convertido en una potencia agrícola en los últimos años. Tiene la mayor población mundial de ganado vacuno y la expansión de sus campos de soja lo han colocado a los talones de Estados Unidos, el mayor productor mundial del producto. “Pocos sectores del gobierno procuran el desarrollo sustentable y la mayoría busca acciones con impacto negativo pues favorecen la especulación con la tierra de las florestas”, dijo en una declaración World Wildlife Fund de Brasil.
Los agricultores de la soja aseguran que sólo se limitan a abrir claros en el bosque. Pero los ambientalistas argumentan que el éxito de la soja elevó el valor de los claros al punto que muchos hacendados venden sus tierras de pastoreo, luego queman nuevas porciones de selva y de paso venden la madera a las empresas madereras. La selva tropical brasileña es del tamaño de Europa occidental. Según los expertos, unos 800.000 km2 de su 4,1 millón km2 han sido destruidos por la deforestación.
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Adario dijo que aún más grave es que el 70% de la devastación hubiese ocurrido entre mayo y julio de 2004, durante el período de quema de bosques, cuando el gobierno del Lula da Silva se jactaba de haber implantado un plan para frenar la deforestación. Según Adario, los agronegocios son los principales responsables, y la mayor deforestación se produjo en el estado de Mato Grosso. El estado, vecino a Bolivia y Paraguay, está gobernado por Blairo Maggi, uno de los más grandes plantadores de soja. “Le toca al gobierno decidir entre combatir la deforestación o promover la expansión del agronegocio para pagar la deuda externa brasileña”, dijo. Brasil se ha convertido en una potencia agrícola en los últimos años. Tiene la mayor población mundial de ganado vacuno y la expansión de sus campos de soja lo han colocado a los talones de Estados Unidos, el mayor productor mundial del producto. “Pocos sectores del gobierno procuran el desarrollo sustentable y la mayoría busca acciones con impacto negativo pues favorecen la especulación con la tierra de las florestas”, dijo en una declaración World Wildlife Fund de Brasil.
Los agricultores de la soja aseguran que sólo se limitan a abrir claros en el bosque. Pero los ambientalistas argumentan que el éxito de la soja elevó el valor de los claros al punto que muchos hacendados venden sus tierras de pastoreo, luego queman nuevas porciones de selva y de paso venden la madera a las empresas madereras. La selva tropical brasileña es del tamaño de Europa occidental. Según los expertos, unos 800.000 km2 de su 4,1 millón km2 han sido destruidos por la deforestación.
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